El viaje al corazón de la gastronomía vasca comienza en los puestos del mercado. Haz acopio de productos locales, muchos de ellos certificados con sello de calidad. Si te gusta la carne, te sorprenderá la ternura del cordero de los Pirineos, así como el firme carácter del jamón de Bayona o del cerdo vasco Kintoa y el sabor exótico de la chistorra. En cuanto a pescado, no dejes de probar la suave trucha de Banka o el original chipirón, en su tinta o a la plancha. Los amantes del queso no pueden dejar de probar el «ardi gasna», un queso de oveja ideal con mermelada de cereza negra de Itxassou… ¡una auténtica delicia! No olvides echar a la cesta una botella de vino del viñedo Irouléguy.

¿Es hora de comer? Abre boca con unos pintxos y un vaso de sidra. Luego un plato de carne como el axoa, un guiso rústico a base de ternera y pimientos, aderezado con la especia local: el pimiento de Espelette. O quizás prefieras la famosa piperrada acompañada con jamón de Bayona a la plancha. ¿Mejor pescado? La merluza koskera –con espárragos, guisantes, almejas, vino blanco y pimiento de Espelette– ¡es una opción fantástica! Aunque también está el marmitako, un guiso de bonito con zanahoria, pimientos y vino blanco. ¿Tienes antojo de dulce? Pon el broche final a la comida con el famoso pastel vasco, relleno de crema o cereza negra, un macaron de San Juan de Luz o una mamia (cuajada de oveja). 

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